Carta abierta a la Directora General Instituto Colombiano de Bienestar Familiar

Maicao, 29 de abril de 2.024



Dra.

Astrid Cáceres Cárdenas

Directora General Instituto Colombiano de Bienestar Familiar


Referencia: Propuesta de puente solidario y humanitario entre familias de la zona urbana con madres en territorio con hijos en riesgo de desnutrición. Misión Abril.


Cordial saludo.


Estimada directora, le escribo antes de que finalice el mes de abril para manifestarle mi profundo respeto y admiración por el compromiso adquirido con el Pueblo Wayuu, esperé una lluvia después que asumiera como directora nacional para hacerle llegar este mensaje. Una lluvia es un año para el pueblo wayuu, es la forma también  de contar nuestra edades, nosotros no cumplimos años, nosotros tenemos lluvias.


He seguido las actuaciones del ICBF en el  pilotaje de la nueva forma de atención integral al pueblo wayuu, como respuesta a la sentencia T-302 de 2017 de la Corte Constitucional. Espero que logre los objetivos de cobertura. Se dice que  más de 68.000 familias wayuu de los 4 municipios sentenciados en la T-302 reciben la atención integral bajo un modelo propio. Me llena de mucha expectativa que este modelo se mantenga en el tiempo y sean los mismos Wayuu quienes respondan por la debida administración de los recursos de la niñez indigena.  Será un proceso largo de aceptación por quienes por décadas han tenido esa responsabilidad, cuando ha sido responsabilidad de nosotros mismos, pero acceder a esa responsabilidad implicaba que las personas que están en territorio se adaptaran a los formatos y lineamientos del establecimiento, alguno de ellos tener un proceso organizativo, capacidad financiera, personería jurídica y experiencia, entre otros. 


Celebro que este pilotaje de la nueva forma de atención integral al pueblo wayuu, las asociaciones de autoridades tradicionales tengan esa oportunidad y responsabilidad, ya que por décadas estas asociaciones han tenido como objetivo el desarrollo integral de las Comunidades Indígenas. Digamos que  este pilotaje  es el último bastión del gobierno nacional en cabeza del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ya que por las acciones equivocadas de la Unidad Nacional para la Gestiòn del Riesgo de Desastres, véase carro tanques de agua y ollas comunitarias, los paliativos para las familias Wayuu que habitan en los zonas más extremas y en el corazón del territorio no calmaran por ahora y por parte de esa entidad esta “sed de vida interminable” Es por esto y quizás por la presión que por momentos creo pueda sentir desde las redes sociales, medios de comunicación y organismos de control que le envío mi mensaje de confianza. 


No hago parte de quienes representan a la niñez indigena, cada uno de ellos con sus razones válidas, legítimas y genuinas para postularse y creerse con esa potestad, hago parte de la sociedad civil que cree que más allá de esas representatividades,  es un deber tender un puente solidario y humanitario con esas madres en territorio con hijos en riesgos de desnutrición, en cada uno de nuestros hogares como miembros del Pueblo Wayuu. Cobijarlas con sus hijos por un tiempo determinado entre los 3 y 6 meses ya que la mayoría se niega a dejar el territorio para ingresar a los hospitales o ipsi de atención primaria, ahora en ese proceso de empatía entender el por qué no irían a otras ciudades si la situación se torna compleja. 


En diálogos con amigos Wayuu, dedicados a lo mismo que yo, hemos evocado o revitalizado la memoria, al recordar lo que nuestros abuelos nos contaban y el por qué estamos dispersos por todo el departamento, originarios todos de la Alta Guajira, estamos en la media y baja Guajira, obedeciendo este poblamiento a procesos migratorios buscando estaciones de tiempo en un territorio donde las estaciones no existen, solo la lluvia y el sol. Si nací en el sur de La Guajira, en la casa de barro de mis abuelos, lo mismo que mi madre y mi abuela fue porque mi bisabuela huyó de la sed interminable, de la sequía eterna que sólo pueden soportar los Wayuu, la prueba es que aun seguimos siendo mayoría en la alta guajira o guajira extrema como algunos dicen, una mayoría exquisita para los partidos políticos donde el censo electoral se incrementa cada cuatrienio y ahí verá usted a los enviados de los candidatos al senado de apellidos Trujillo,  Blel, Name, Bolívar, Turbay, entre otros, con un poco de populismo vendrán ellos mismos en carros blindados, fotografiándose en los peajes humanos maniobrados por niños y niñas Wayuu, dándoles confites, agua y pan, prometiendo cosas como lo hizo Onesimo Sanchez en el Rosal del Virrey en el cuento “Muerte Constante más allá del amor” de Gabriel Garcia Marquez: “Estamos aquí para derrotar a la naturaleza. Ya no seremos más los expósitos de la patria, los huérfanos de Dios en el reino de la sed y la intemperie, los exilados en nuestra propia tierra. Seremos otros, señoras señores, seremos grandes y felices. Eran las fórmulas de su circo. Mientras hablaba, sus ayudantes echaban al aire puñados de pajaritos de papel, y los falsos animales cobraban vida, revoloteaban sobre la tribuna de tablas y se iban por el mar. Al mismo tiempo, otros sacaban de los furgones unos árboles de teatro con hojas de fieltro y los sembraban a espaldas de la multitud en el suelo de salitre. Por último armaron una fachada de cartón con casas fingidas de ladrillos rojos y ventanas  y taparon con ella los ranchos miserables de la vida real” (Muerte constante más allá del amor GGM 1970)


El tema de hambruna Wayuu ha auspiciado proyectos y pronunciamientos polìticos de mi región, entre las que podemos contar huelgas de hambres, es tan risible y burlesco a la vez una huelga de hambre por el hambre, cuando los niños de la comunidad Wayuu no la han pedido, ni siquiera yo que soy Wayuu me atrevo a escribir o decir “nuestros niños Wayuu” porque resulta que ellos nunca se han sentido propiedad, ni responsabilidad de quienes desde el congreso lanzan análisis tardíos de esta situación permanente y en donde ni siquiera le atribuyen parte de responsabilidad a los padres, tíos maternos y autoridades tradicionales como corresponde sino que es completamente del Estado y sólo del Estado en cabeza del ICBF. Es como si este gobierno los hubiera despertado de ese sueño profundo que solo los bellos en los cuentos de hadas pueden tener, la cosa es que los despertó el beso de Petro.

https://www.servindi.org/actualidad-noticias/10/10/2018/los-ninos-wayuu


He evocado esa práctica wayuu de distribuir a los hijos cuando la comida escasea entre los familiares más pudientes y volver por ellos cuando mejoren las cosas, aquí el tiempo en los wayuu hay que saberlo entender, nuestro tiempo es demorado como las lluvias, hay historia de Wayuu que regresaron por su hija de cuatro años convertida en una adolescente, algunas con instrucción académica, otras sin ninguna preparación confinadas a labores domésticas. Cuando llegó la iglesia católica y de ahí los padrinazgos los niños y niñas eran entregados a sus padrinos de fe y ocurría y ocurre hasta el dia de hoy lo mismo, la explotación es más visible que la ayuda y el socorro que como padrinos deben procurar, congruente con la fe bautismal y el cumplimiento fiel de las obligaciones inherentes. Es como si parte de la niñez Wayuu estuviera destinada a cumplir una sentencia de ser explotados por los mismos wayuu y por el hombre blanco, todo esto dependerá siempre de la honorabilidad de sus tutores, si hay honor habrá dignidad en condiciones de igualdad, el honor no tiene estrato, ni condición social, ni jurisdicción. 


Ya hecha la introducción en líneas gruesas en lo que será una propuesta de pilotaje entre mujeres miembros del pueblo wayuu de la zona urbana y mujeres de la zona rural en la construcción de un puente solidario y humanitario con esas madres en territorio con hijos en riesgos de desnutrición, en cada uno de nuestros hogares como miembros del Pueblo Wayuu: cobijarlas en nuestros hogares con sus hijos por un tiempo determinado entre los 3 y 6 meses como lo anoté anteriormente. Estoy segura que el voluntariado con apoyo del Estado será igual de exitoso que la convocatoria de voceros, accionantes, coadyuvantes, líderes y demás representantes de la niñez wayuu a las mesas de trabajo, es probable que entre ellos y ellas encontraremos quienes también estén dispuestos abrir las puertas de sus hogares a una madre con sus hijos en riesgo de desnutrición hasta lograr en ellas una corresponsabilidad en salud, sabrá usted que muchos factores de las viviendas wayuu no coadyuvan a que el niño se salve en territorio. No creo que sea necesario enumerarlos, los arijunas se han encargado de enrostrarlas cada cuanto se denuncia una muerte de las maneras más despectivas y denigrantes en las redes sociales. 


En sentencia de tutela  el Juzgado Cuarenta (40) Administrativo de Oralidad del Circuito de Bogotá, Expediente: 11001-33-37-040-2021-161-00 y cuyo accionado fue la Registraduria Nacional del Estado civil al vulnerar los  derechos fundamentales de petición, debido proceso, a la identidad indígena, a la identidad cultural y la autonomía de las comunidades indígenas, con respecto al orden de los apellidos en comunidades indígenas, caso Wayuu, tutela de mi autoría, advirtió la siguiente:  “Por lo anterior, se advierte a la Registraduría Nacional del Estado Civil y a la Registraduría Municipal de Uribia que los formatos de registro si bien contienen formalidades que deben seguirse, no pueden prevalecer sobre el derecho sustancial de los niños y niñas indígenas a que se reconozca su pertenencia al clan y simultáneamente, su relación filial con ambos progenitores porque tener tres apellidos no se ajusta a los estándares del formulario o a la cosmovisión de la mayoría de la población de la Nación, pues aceptar esa teoría, amenaza el principio constitucional de la diversidad cultural” y resolvió lo siguiente: “Se conminará a la Registraduría Nacional del Estado Civil y a la Registraduría Municipal de Uribia para que, en el momento de la inscripción aplique la Circular Única de Registro respetando las normas consuetudinarias del pueblo indígena y la filiación materna y paterna del menor, teniendo en cuenta que los formatos deben ajustarse a la realidad y no al contrario” (Comillas, cursivas, negrillas y subrayados fuera de texto) 


No se que formatos tendrá o tendría el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) a disposición de esta figura de “tutores interclaniles” que le planteo, solo me resta decirle en caso de ser de buen recibo que en lo posible se adecue a la realidad de los niños y niñas, a su entorno familiar y cultural, para lo cual estoy a su disposición bajo ningún rótulo, sólo el de ser miembro activa de la sociedad civil de la nación colombiana y que ve en sus actuaciones el principio de la buena fe.  



Mis agradecimientos por anticipado.



Estercilia Simanca Pushaina

Abogada y Escritora del Pueblo Wayuu. 


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